La vida de Gustavo Petro no es tan conocida a pesar de que su participación en la vida pública del país ha sido destacada como representante a la Cámara, Senador de la República y Alcalde de Bogotá. Poco se sabe de sus primeros años, cuando sus padres se conocieron en la Bogotá de finales de los años cincuenta y la parábola de una vida que comenzó en su natal Ciénaga de Oro, en el barrio Las Cruces, o en Zipaquirá, su municipio de crianza donde estudió en el mismo colegio de su escritor más admirado, Gabriel García Márquez.
Lector, estudioso, rebelde, miembro del M-19, uno de los políticos más conspicuos de la oposición en Colombia, sus valientes denuncias destaparon un puñado de escándalos entre los cuales se encuentran la terrible práctica de los falsos positivos, en la que murieron 6402 muchachos que fueron declarados botines de guerra siendo inocentes.
En esta memoria se pone de presente el talante de un hombre a través de los hechos de su vida, siempre pasados por el análisis de la desigualdad de un país que quiere resistirse a vivir condenado a otros cien años de soledad.