Este diálogo nos ofrece la discusión entre un hombre que se encuentra al borde de la
muerte y un sacerdote. El clérigo pretende que se arrepienta de sus pecados para que
pueda morir dignamente como cristiano, sin embargo, el moribundo es un hombre
ingenioso y filósofo que irá rebatiendo, uno por uno, los débiles argumentos expuestos
por el cura.
En este texto queda en evidencia el sarcasmo y la lógica mordaz características del
marqués de Sade, quien una vez más asume el papel de violador de tabúes.
Este controvertido pensador se define, a través de su obra y de sus actos, como un
defensor de la inmoralidad como tendencia ineludible del ser humano.