Lo que se viene es Los bailarines del fin del mundo, una novela negra de aventuras, si cabe. De aventuras más o menos fantásticas o por venir. Algo así, saludablemente inclasificable. Hay que dejarse ir, tomarse el buque imaginario y empezar a andar por arriba y por debajo de la Buenos Aires que parece que se nos viene. Los lectores que tuvo y tiene El síndrome de Rasputín –la novela anterior de Ricardo Romero, publicada en esta misma colección– se reencontrarán con el amistoso terceto protagonista que debutó con ella: los increíbles Abelev, Muishkin y Maglier, los íntegros amigos rengos de cuerpo y alma marcados por el síndrome de Tourette, que lidian con sus síntomas mientras empujan la acción aventurera o son llevados tormentosa, solidariamente por ella hasta donde sea. De ahí, protagonizarán una aventura que transita en el sentido de los grandes relatos ejemplares: partir, cada uno con su foto, en busca de la esquiva María Huidobro es tarea asimilable al rescate de la Princesa perdida, arrebatada y llevada a los Abismos. Los muchachos se mandan hacia Abajo –a lo Verne, hacia el danzante CentrodelaTierra (sic)– y desembocan en el más puro folletín con Profesor loco incluido y tiros y experimentos y jeringas y guardias y enfermeros, pero también terminan chapoteando, antes de emerger, en la perturbadora alegoría: este horror de muertos vivos es lo que queda/quedará de la Fiesta.