Al hecho ya de por sí fascinante de un viaje a Tierra Santa en el siglo IV, se le añaden en Yo soy Egeria las cualidades de su protagonista, una mujer de la por entonces provincia romana de Gallaecia, aguerrida, inteligente y prudente.
Consciente de los límites impuestos, recoge para sus compañeras todo lo que va descubriendo, para mostrarnos la realidad eclesiástica de su tiempo y poner en evidencia los cimientos de una Iglesia con grandes limitaciones para las mujeres, obstáculos que en algunos aspectos continúan presentes aún en nuestros días.
Como arqueólogas de la memoria, Marisa Vidal y Sole Pite nos ayudan a reconstruir la figura de Egeria, uno de los referentes femeninos de nuestra historia, al tiempo que nos ofrecen una lectura feminista de un viaje en el siglo IV.