Una pieza en una casa esquinera del barrio Ñuñoa. Una casa cerrada donde se entrelazan las historias de tres mujeres rotas y presas. Teresa, una nana enferma, moribunda, presa del decrépito hogar en el que ha habitado siempre. Sara, una mujer yerma, presa del deseo de ser madre. Y Pía, una joven de región que se traslada a Santiago, descompuesta por el abuso y la soledad que la acompañan. En su primera obra publicada, Valentina Vlanco embriaga al lector con una atmósfera particular, decadente y caduca en parte, con aroma a flores mustias. Una atmósfera que surge de un agudo uso de la escritura y de la misma presencia de los personajes, de sus frustraciones y sus aspiraciones fallidas. Y de la propia muerte, que se convierte en el eje vertebral de esta historia que entierra en vida a sus tres protagonistas.