Un recorrido poético para reencontrarse con uno mismo y recordar que perderse forma parte del camino.
Cuando empecé este viaje no sabía dónde acabaría, simplemente me senté en el tren, miré por la ventana y vi la vida pasar, parada tras parada. Mentiría si dijera que el recorrido fue fácil porque estuvo lleno de baches, parones, subidas y bajadas, encuentros y despedidas.
Hubo momentos buenos, otros que no lo fueron tanto y alguno que fue simplemente terrible, tanto que incluso llegué a pensar que ese era mi destino. Seguramente tú también has pasado por momentos así.
Hagamos este trayecto juntos, aprendamos del camino y sigamos adelante.