Ciudad feminista

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Durante los últimos tres años he leído mucho sobre feminismo y si bien es cierto que me he encontrado con muchísimos textos reiterativos (no por ello menos importantes pues también la reiteración tiene una valiosa función como cuestionamiento del statu quo), también es verdad que cada tanto me encuentro con libros como este que me hacen reflexionar sobre aspectos de la lucha feminista de los que aún no era completamente conciente y que muestran el éxito del sistema capitalista y patriarcal que nos ha enseñado a normalizar aspectos básicos de nuestra vida como seres humanos en general y como mujeres en particular, así como el arduo trabajo que implica cuestionar nuestros propios supuestos para luego poner en duda los que rigen la vida social.

Este libro se centra en la reflexión sobre el espacio geográfico construido por el ser humano, del espacio público que cada vez más utilizamos las mujeres y cómo dicho espacio desde su construcción no está pensado para nosotras y de manera constante nos dice que allí no somos bienvenidas y nos orilla o bien a exponernos a su hostilidad para con nosotras o bien a abandonarle y recluirnos en el espacio privado.

Aspectos tan esenciales como la seguridad, la comodidad, la movilidad en el espacio público son analizados aquí para evidenciar como a pesar de ser nosotras usuarios mucho más frecuentes e invertir mucho más económicamente en nuestra vida en la ciudad, el sistema (a través de las instituciones que lo perpetúan) nos reitera en cada oportunidad que nuestra vida no es allí, que nuestro espacio es la vida privada del hogar. Muestra también cómo los Estados intentan aparentar ser más inclusivos sin atacar los problemas reales y de fondo que enfrentamos las mujeres en nuestro día a día como usuarias del espacio público y recalca la importancia del activismo para asegurar que nuestras necesidades sean atendidas para llegar a la anhelada equidad.

Un punto muy importante de este texto es que reconoce, recalca y en todo momento toma en cuenta la interseccionalidad: que el feminismo nos une como mujeres pero que tiene la obligación de reconocer que somos mujeres en circunstancias distintas que nos permiten acceder con mayor o menor dificultad a ciertos privilegios; circunstancias como el color de piel, la clase social, la orientación sexual, identidad de género, expresión de género, discapacidad, origen étnico, lengua.

¡Uf! Pensar que el feminismo debe estar en todos lados, es una realidad, en la planeación de las ciudades, en cómo la infraestructura de las ciudades nos orilla a permanecer en casa, haciendo pijamadas con los amigas para estar lejos del peligro. Es un libro que es sumamente potente en respaldar la necesidad de pensar las ciudad desde una perspectiva feminista y con la potencia de la urbanización, la geografía y con toques de sociología por que entra muy en las raíces del caminar en una ciudad que nos acosa todos los días.
Me gustaron mucho las anécdotas que cuenta la autora cuando era joven, ella buscaba emociones fuertes, su propia identidad y recorrer la ciudad con todos los riesgos que implican. Aclara que ella desde el privilegio de mujer blanca, muchas veces se podía mimetizar con la ciudad, cuando daba clases en la universidad, sin embargo, al convertirse en madre, todo la idea de ciudad cambió, y se agudizó su mirada feminista al reconocer todos los espacios que fueron pensados para un tipo de usuario único: sí, un hombre cis, soltero, sin hijos.

Es un librazazazazo, finaliza con un momento esperanzador para tejer redes entre amigas, acompañarse para no estar en riesgo cuando sales por la noche, y de esa valentía que te permite tener todos los sentidos alertas para protegerte de una ciudad que te quiere quieta, sin que te muevas.

Me gustó muchísimo la obra de Leslie Kern sobre la necesidad y características de una ciudad feminista, a partir de serias reflexiones de cómo vivimos las mujeres en diferentes etapas de nuestra vida las urbes patriarcales. Muy muy recomendable.