En agosto de 1979, en medio de la última dictadura cívico militar argentina (1976-1983), María Elena Walsh firmó esta carta en el diario Clarín. Sarcástica como pocas, dueña del lenguaje y domadora de palabras, María Elena denunció la censura que sufrían los productores de cultura. Es que el gobierno de facto redactaba listas de autores y obras prohibidos por no ajustarse a los ideales que ellos querían inculcar a la población. Desatándose el bozal tácito, Walsh comparó el país con un jardín de infantes y pidió que los militares dejaran pensar a la población.