«Acababa de cumplir diez años cuando me llevaron con los abuelos a la casa de las montañas. Primero hicimos un viaje muy largo, que duró cerca de tres días. Tuvimos que coger dos trenes, y al final, llegó el autocar, pintado de azul, que llevaba a las montañas. Desde luego, fue un viaje larguísimo. A veces sentía un poco de cansancio, pero en general me gustó.»