Podemos llamarlos dioses, creadores y otros nombres, pero igualmente, los Arcontes están detrás de todo en este universo.
Y, aunque la religión se ha filtrado en la humanidad a lo largo de los siglos, todavía hay conceptos que requieren ser explorados. El ser humano ha decidido tomar las sagradas escrituras como la verdad absoluta, solo porque durante generaciones se le ha dicho que así es, y sin ningún derecho a cuestionamiento, con lo que la humanidad no trasciende en el misterio de nuestros comienzos o del por qué estamos aquí. Simplemente, estamos dormidos y tragando entero porque “eso es lo que nos contaron y no debemos cuestionarlo”.
Creo firmemente en el concepto que acuñara el investigador y escritor Salvador Freixedo de la Granja Humana: un concepto en el que nosotros, los seres humanos, estamos al servicio de seres superiores que no vemos y se aprovechan de nosotros para alimentarse de nuestra energía emocional. Esos seres, a los que me referiré a lo largo de este texto como Los Arcontes, no sientes ninguna empatía por nosotros, y para ellos no somos más que ganado. Nuestro servicio para ellos es SENTIR y les es más fácil generarnos emociones negativas que positivas por cuanto las primeras solo requieren destrucción mientras que las segundas requieren construcción; y siempre será más fácil destruir que construir.
La palabra Arconte viene del griego, arkon, que significa gobernante. A lo largo de muchos siglos hemos identificado a estos gobernantes con nombres, como ángeles, dioses, demonios, hadas, alienígenas, espíritus, fantasmas y cualquier otra forma de manifestación física que consideramos paranormal.
El mundo es una granja humana, y no se puede escapar de ella. Nosotros producimos la energía que los Arcontes necesitan para su supervivencia. ¿hay algo por lo qué vivir? ¿Cuál es nuestro futuro?, y... ¿desempeñaremos un papel más importante en el gran esquema de las cosas? Estas son preguntas que el autor y el lector responderán juntos.