Fue Tolstoi quien dijo que todas las familias son infelices a su manera. En su tercera novela, Mauricio Bernal nos descubre un mundo tan doméstico como horrendo: los hijos y nietos concurren a varios almuerzos familiares desvelando en cada escena no sólo su sed codiciosa sino sus pasiones más bajas. En Los grotescos, los lazos familiares pertenecen, sin duda, a lo patético y brutal: la avaricia es solo uno de los siete pecados capitales que aquí se cumplen.