En 1991, un grupo armado que enfrentó a la dictadura de Pinochet mató a Jaime Guzmán, el ideólogo de la Constitución chilena. Pero no logró matar su legado. Casi 30 años después, en Chile votamos para finalmente enterrar esa Constitución. Ganamos con un 78%. Fue un logro que empezó con la explosión social de 2019 y que le estalló en la cara a las élites que han gobernado Chile. Pero ¿qué viene después?