Saber decir no puede llegar a ser una fuerza liberadora. Pero ¿cómo podemos hacerlo sin sentirnos culpables o sin perjudicar las relaciones con las personas que tenemos en estima? ¿Cómo podemos discernir a qué hay que decir que sí y a qué hay que decir que no? Este un proceso que requiere aprendizaje y práctica, pero, según Francesc Torralba, es un arte que hay que reivindicar.