La presurosa actualidad enfrenta de muy diversas formas a ese gran enemigo que es el aburrimiento: ya sea mediante la hipnosis a manos de una pantalla, el trabajo inagotable, los estados de conciencia alterados o las infinitas formas de entretenimiento a nuestra disposición, se trata ante todo de negarlo, de no aburrirnos nunca, de estar siempre ocupado en algo. No en balde George Steiner consideró a la modernidad como «la supresión sistemática del silencio». Para conocerlo desde sus entrañas, el poeta y ensayista Luigi Amara se deja atrapar por sus fauces. Tras ser guiado por algunos de sus grandes intérpretes —notablemente Pascal y Montaigne—, resuelve encerrarse a solas con su aburrimiento en una habitación durante varias semanas, sin ningún juguete tecnológico para ayudarlo en el combate. Luego se administra una terapia de choque yendo a la capital mundial del entretenimiento, Las Vegas, donde encuentra que si el aburrimiento no es visible es tan sólo porque se encuentra en todas partes. Su descenso al inframundo del aburrimiento termina por ser un viaje iniciático para convertirse en miembro fundador de la Internacional Bostezante, única organización a nivel mundial creada para reunir culto al aburrimiento. En La escuela del aburrimiento, Luigi Amara desnuda la ideología del aburrimiento, advirtiendo que el miedo que produce es en realidad mucho peor que cualquiera de sus encarnaciones: «Es el temor de quedar atrapados en un trabajo toda la vida, en un único "rol" social, en una misma relación de pareja: el temor de que el deseo se apague como prefiguración de la muerte. No moverse, estar en un confinamiento estanco, asfixiante, sin alternativas. Llorar en un cuarto oscuro porque intuimos que se parece demasiado a nuestro féretro».