Confucio fue consciente de ser el heredero de la cultura de las dinastías Xia, Shang y Zhou que le precedieron y que él transmitió, gracias a su profunda y arraigada cultura, a generaciones posteriores de chinos. Por lo tanto, podemos decir que la grandeza de Confucio yace en haber legado una cultura antigua, condificada y filtrada a través de su propia obra y de la de los discípulos que le siguieron.