Este libro constituye uno de los documentos más sorprendentes
de la historia: el testimonio en primera persona de un asesino
en masa cuyas víctimas se cuentan por millones. El autor narra
su vida, centrándose sobre todo en su etapa al frente del mayor
campo de exterminio que haya existido: Auschwitz-Birkenau.
Estamos ante un libro clásico, no por sus virtudes literarias ni
por la grandeza de su autor, sino porque después de leer a Höss,
negar el holocausto no solo es inmoral sino estúpido. Aquí no
caben interpretaciones porque el culpable confiesa el delito.
El prólogo de Primo Levi (la víctima condenando al verdugo
para la posteridad) forma parte de este libro de manera casi
inevitable. Es una pieza brillante de uno de los más lúcidos
supervivientes del holocausto y el mayor ejemplo de justicia
poética que se pueda imaginar.
En palabras de Levi, de una pasmosa actualidad: «El libro
muestra con qué facilidad el bien puede ceder al mal, ser asediado
por este y, finalmente, sumergido, para sobrevivir en
pequeñas islas grotescas».
Los derechos de autor de este libro macabro, pero históricamente
importante, se destinan al fondo creado originalmente para los escasos
supervivientes del campo de Auschwitz.