El orgullo es una de las emociones que más fácilmente intenta anularse a nivel social. Se asocia con soberbia, con rencor o con creerse por encima de los demás. Sin embargo, esto no es real. Sí que un extremo orgullo nos coloca en un pedestal, pero su ausencia genera complejo de inferioridad y baja autoestima. El orgullo sano es aquel que nos conecta con la admiración por nosotros mismos y nos permite reconocer lo que somos. Nos hace estar en el centro de nuestra propia vida, lo que no es egoísta como nos han hecho creer. Desmitificar esta emoción nos permitirá sentirla y usarla a nuestro favor, con todos los beneficios que esto implica.