La casa donde vive el Cangrejo Ermitaño se le ha quedado pequeña. Encuentra otra, pero es un poco feúcha. A lo largo de doce meses, una anémona, una estrella de mar, un erizo, un caracol, un pez-linterna y muchos amigos más le ayudan a embellecerla, limpiarla, iluminarla y protegerla. Hasta que la casa se le queda pequeña nuevamente, se la cede a un cangrejo de menor tamaño y tiene que salir a buscar otra…