Gobiernos e instituciones de medio mundo llevan décadas intentando desestabilizar a Europa y los Estados Unidos, los únicos que les impiden tener un dominio absoluto del planeta. Los estados democráticos, por su lado, han intentado alienar a sus habitantes para que aceptaran las reglas de un neocapitalismo brutal por medio del miedo, el conformismo y el entretenimiento. El resultado: masas asustadas y alienadas que siguen consignas y dogmas. Después de esta pandemia vendrá algo peor: la radicalización de la sociedad y la política. La mayoría de los gobiernos que han gestionado este desastre sucumbirán, y los partidos de extrema derecha y extrema izquierda tendrán una oportunidad de oro para llegar al poder. Esos grupos son los más fáciles de manipular por las oligarquías que gobiernan el mundo. Sucedió con Hitler, con Stalin y también con Mussolini. Este virus terminará con muchas cosas, sobre todo con la memoria del mundo. La mayoría de sus víctimas son personas mayores.
«¿No les parece la peor peste del mundo? No podemos tocarnos ni abrazarnos, esta mierda nos está anestesiando el alma. Llevo semanas sin poder entrar en casa de mi madre, hablando con ella por teléfono. Está delicada del corazón. Cuando se la llevó la ambulancia no nos dejaron ir con ella y la ingresaron directamente en la UCI.»