Es una obra cuyo argumento se crea mediante los desvaríos rutinarios y las travesuras
mentales por parte del narrador. A lo largo de la obra nos cuenta una larga y tortuosa
serie de sucesos que pasaron al narrador mientras hacía un recado un día normal en
Madrid. Estos sucesos, consiguen formar una historia inteligible y acogedora para el
narrador que los cuenta. Pero más importante que esto es el hecho de que dentro de la
obra, no existe un argumento en si, es decir en la realidad del narrador, sino la
apariencia de uno en los extremos de su curiosidad y confusión. La novela del tranvía
destaca por su originalidad en el desarrollo de la trama, que capta al lector hasta el final.
La historia comenzó por un relato de verdad que le contó al narrador un conocido suyo,
Dionisio Cascajares de la Vallina, quien era un hombre entremetido y amigo de todo el
mundo. Aunque no le interesaba mucho la historia, que trataba de una condesa y su
mayordomo, escuchó hasta que Cascajares tuvo que bajarse del coche. Después que
pasó un tiempo el narrador notó en un trozo de periódico que servía como envoltorio
para los libros que llevaba los nombres de unos tanto personajes, estando entre éstos una
condesa y otros más que, por increíble suerte, parecían ser los mismos del relato recién
contado de Cascajares. Aunque no le interesó la primera vez, la segunda le provocó
bastante interés y leyó hasta donde se había desgarrado la página, fijándose en todos los
detalles, el más notable de estos siendo el copiar la letra de la Condesa en una carta
cuyo destino todavía no se reveló por el estado del periódico usado