Lo único que podía sacudir la existencia monótona y sin sentido de Nelson Cazip era la muerte o una de sus más siniestras formas: el dinero. De un día para el otro, con cada "Scuchuf" que escucha latir en la tierra, Cazip encuentra varios billetes a medio metro de sus zapatos, todos de curso legal, listos para ser gastados en sus más disparatados y mediocres sueños. Pero, claro, hacerse rico no es precisamente una situación sin consecuencias. Su personalidad es más vivaz, su gusto por la vida empieza a reforzarse y las sospechas de su esposa (y hasta del propio protagonista) no tardan en aparecer: ¿quién o qué transformó a este hombre vacío, insípido, en un ser activo que hasta se anima a meterse en el agua con la ropa puesta, a volverse seguro de su escuálido físico y a proponer viajes lejos de la aburrida geografía local? ¿Quiénes son los misteriosos agentes que acompañan cada aparición de dinero? ¿Por qué justo Cazip es el elegido por el destino para tener este inquietante don? Franco Vaccarini logra, en una novela que va al punto, mostrarnos la debacle que llega cuando se cumplen uno de esos deseos tan cotidianos que alguna vez tuvimos o escuchamos por la calle, ese que apunta a hacerse rico mágicamente. Y lo logra usando algunos condimentos esenciales: monjas orgiásticas, carteros siniestros, hijos distantes y hasta peleas suicidas en bares. Maldito vacío es una historia que bordea lo fantástico sin olvidar un decisivo anclaje de este lado de la ficción donde,como a Cazip, sólo nos interesan tres cosas: el sexo, el dinero y la tumba.