Descubre un mundo de poesía de la mano de Julio Herrera y Reissig, con esta compilación de sus más grandes poemas. En "Los peregrinos de piedra" el poeta gana lo que se puede ya denominar un espacio poético en el que incide un claro proceso de artificialización, proceso apoyado en un determinado lenguaje. La imaginación juega aquí un papel fundamental y el poema adquiere en sí mismo una capacidad de viveza, de existencia autónoma que implica esa realidad evocada. Aquí se cumple esa frase de Wolfgang Kayser de que "las frases del poema tienen la capacidad de provocar su propia objetividad". Esa conciencia del lenguaje gravita en la dirección del simbolismo herreriano. Tiende el poeta a conformar espacios, a ordenar objetos, a encerrar la subjetividad. Se prescinde de lo discursivo como en toda poesía esencialmente lírica y si en algún momento apunta la descripción o la narración tiene como fin el desvelamiento de la subjetividad. El proceso mitificador se presenta casi de inmediato en esa configuración espacial.