Olga no rehúye el comentario autocrítico serio, pero su instinto de periodista le aconseja alternar los análisis conceptuales con el toque humano que constituye la sal del periodismo. Así, narra divertidas anécdotas y tenebrosos episodios y perfila desde su ángulo a conocidos personajes. En las páginas aparecen Yasser Arafat —que le concede una entrevista por ser lo opuesto a sí mismo—, el fundador del paramilitarismo Yair Klein, el ministro Rodrigo Lara en sus últimos días, un dirigente futbolístico que amenaza a los reporteros, el inquietante encuentro de Olga con Santiago Uribe Vélez y la presencia en la semioscuridad de una manotada de individuos cuya identidad no revela porque correrían peligro.