Era la década de 1940 en la segregada cuidad de Nueva York. Ya sea que bailaras al sonido de las trompetas y los saxofones en un salón en el barrio italiano o en la calle al son de maracas y congas en el barrio puertorriqueño, generalmente bailabas en el lugar donde vivías y con gente de tu mismo origen. Pero antes de que terminara la década, una nueva sala de baile — el Palladium – acogió a personas de todos los vecindarios. Cuando Millie Donay y Pedro Aguilar se encontraron en la pista de baile del Palladium, brotaron chispas y se derribaron barreras. Dean Robbins cuenta cómo el Palladium, un excitante nuevo sonido llamado jazz latino y un baile pegajoso de Cuba llamado mambo, impulsaron el inicio del movimiento de los derechos civiles. Y Eric Velasquez retrata los bailarines de todos los lugares de la ciudad, emparejados, moviéndose hacia delante y hacia atrás, de un lado a otro, dando vueltas y balanceándose al son del jazz latino de Machito y sus Afrocubanos.