Si eres un líder cristiano debes tener la determinación para cambiar las cosas de manera propositiva, sin caer en el error de solo defenderte o de solo quejarte. Bajo esta premisa, ser líder significa compromiso, desgaste, sacrificio, abnegación, morir a los propios planes y si Dios te lo pide, por qué no, dar la vida misma.
Aunque es verdad que sobre liderazgo se ha escrito y se ha hablado demasiado en las últimas décadas, también es verdad, y me darás la razón, que nunca como ahora hacen falta líderes auténticos, puntos de referencia, faros que iluminen nuestro camino y que le ayuden a este mundo a avanzar con más seguridad hacia una necesaria vivencia de la justicia y de la caridad.