Armados de la Guía del autoestopista galáctico, los protagonistas del libro más divertido que se recuerda continúan sus disparatadas aventuras, que les conducirán al asombroso Restaurante del Fin del Mundo. En esta segunda entrega de la «trilogía en cinco partes» de Douglas Adams (que gracias a las paradojas espaciales permite ser leída en cualquier orden), Ford Prefect, Arthur Dent, Trillian, Zaphod Beeblebrox y Marvin, el Androide Paranoide, se enfrentan a una tetera automática de la que sólo mana un líquido asqueroso, al planeta condenado porque sus habitantes se empeñaron en tener más zapaterías de la cuenta, a un olvidado transporte espacial cuyos pasajeros, debido a toda clase de estúpidos retrasos, llevan novecientos años esperando que la nave arranque y, luego, al Restaurante del Fin del Mundo, situado en el momento del tiempo en el que el universo entero llega a su estrepitoso final: un inusitado número de cabaret, amenizado por la música ligera de la orquesta del restaurante. No termina ahí su odisea, porque a continuación viven otra aventura que les revelará el verdadero origen de la especie humana: una pandilla de ejecutivos de poca monta que fueron expulsados de su planeta por indeseables.
Douglas Adams vuelve a explorar las posibilidades hilarantes de la ciencia ficción, pero tomando también como base la tradición del humor de Lewis Carroll, que le permite inventar espacios impensables, objetos charlatanes y paisajes pintorescamente absurdos.
«Una de las mejores novelas de humor puro de los últimos años» (Antonio Saura Medrano).
«Las situaciones más divertidas y disparatadas se suceden a un ritmo trepidante. El espacio es una fiesta» (Jorge Berlanga).