Aquel verano, cuando terminaron de construir la escuela Frederick Douglass, el edificio comenzó a hacerse muchas preguntas: ¿Cuál será mi destino? ¿Quién vivirá entre mis paredes? ¿Para qué me utilizarán? A través de sus conversaciones con el conserje y tras observar y escuchar a los niños que pronto empezaron a entrar por sus puertas, descubrió los sentimientos que infundía en los más pequeños: ilusión, terror, diversión…
Gracias a ese hervidero de vivencias y relaciones que sintió entre sus cuatro paredes hoy ha aprendido grandes lecciones y reafirmado su verdadera identidad. El espacio, bautizado con el nombre de un ilustre luchador contra las desigualdades, abre cada día con la misma ilusión de entonces, y el conocimiento de su historia ayuda a nuevos alumnos de todos los colegios del mundo a comprender las miles de cosas irrepetibles que pueden vivirse en su interior.
La obra ha sido reconocida en Estados Unidos con premios como Margaret Wise Brown, Washington Post Best Books of the Year, Publishers Weekly Best Books of the Year, Kirkus Reviews Best Books of the Year, Goodreads Choice Awards o Boston Globe Best Books of the Year.