Aunque suene a misticismo barato, el Alzheimer de mi madre me ha demostrado que es más gratificante decir ¡sí a la vida! sin peros ni condiciones, que permanecer en una queja continua sin dejar que las emociones fluyan.
Porque estoy convencida de que absolutamente todo lo que nos sucede es inherente a estar vivo y tiene una razón, por lo que si negamos nuestros sentimientos y bloqueamos el dolor va a ser mayor el desgaste de reprimirlo que el de aceptarlo.
Y ante la evidente imposibilidad de curar una enfermedad irreversible que cuenta con historias desgarradoras he decidido afrontar el futuro con un espíritu desafiante y lleno de gratitud.
Aunque el rol de víctima pueda tentarnos en un momento concreto, es conveniente fortalecer nuestra mente con pensamientos positivos que refuercen nuestra autoestima, para no darle al miedo un mínimo de ventaja que pueda desestabilizarnos.
Ser consciente de vivir el ahora y aceptar los planes que la vida nos propone es la manera más inteligente de adaptarnos a los cambios y descubrir las oportunidades que las circunstancias nos regalan.
Siempre podremos contar con la ley de la atracción como una inagotable despensa de recursos si visualizamos y creemos firmemente en nuestros sueños.
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