Alejandro Magno fue, con mucho, el conquistador y emperador más importante del Mundo Antiguo.
Rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Gran rey de Media y Persia, Faraón de Egipto...
En una carrera fulgurante, sobre la base del imperio que le había legado su padre Filipo II, logró expandir su dominio hasta sitios tan dispares como las ciudades costeras del Mar Egeo, los Balcanes y la India.
Luego de su muerte temprana el imperio que había creado se derrumbó. Quedaron para siempre los debates sobre su personalidad, las conspiraciones en las que participó y las que se hicieron en su contra.
¿Estratega militar genial? ¿Loco por el poder? ¿Generador de nuevos intercambios económicos y culturales? ¿Tirano impiadoso? ¿Amante apasionado? ¿Todo eso?
Una cosa es segura: nada quedó igual en las tierras por las que pasó el ejército de Alejandro.